miércoles, 8 de octubre de 2014

La influencia de los ídolos

Quiero ser como…


Esta mañana iba de camino al trabajo. Caminaba por la acera cuando de repente me detengo a mirar un escaparate que contenía periódicos y revistas del corazón y en una de las portadas aparecía la foto de una chica, me fijé en que se trataba de una modelo famosa que había visto ya más veces por televisión. ¡Dios mío! Su belleza era magnífica. Estudié aquella fotografía y apliqué mis conocimientos sobre estética para identificar qué era lo que la hacía tan hermosa: tenía una figura envidiable, el vientre plano totalmente tonificado, caderas contorneadas marcando su silueta femenina, la piel radiante, lisa, sin presencia de estrías, tersa… como si de una persona de quince años se tratara. Todo esto sin hablar de su rostro facial,  sin marcas en la piel, sin arrugas ni marcas de expresión visibles, la piel limpia sin esos indeseados comedones, sin flacidez en el mentón…

Yo envidio ser como ella pero ¿cómo lo puedo conseguir?  Tendemos a decir: ¡eso es que está operada!, pero no tiene por qué, todos tenemos un lado bueno, no le damos importancia y sin embargo, podemos sacarle el mejor partido. La idea consiste en saber encontrar ese lado que nos puede hacer sentir más identificados con nuestros ídolos, a través del esfuerzo, la constancia y la dedicación.

El ser humano tiende a imitar a los demás, a aquellos que son diferentes porque tienen poder, riqueza, belleza, generosidad, éxito…Si a esto le sumamos el gran poder de los medios de comunicación elevamos dicha influencia al infinito. Si te has sentido inferior o te encuentras a años luz de ser como ellos TE EQUIVOCAS. Ellos han sido creados para ser un producto de marketing y así vender su imagen y tú lo has idealizado.


Al idealizarlo, es muy probable que no te des cuenta de que no tienen las cualidades que admiras.
Es cierto que la tendencia a buscar un ídolo parte de la idea de servir como motivación para volcarse a hacer ejercicio, algún tratamiento de belleza, seguir una dieta, etc. Así que tener a alguien como referencia no es tan malo, ¿no?

El problema viene cuando aparece la obsesión y no ves resultados, entonces empiezas a desesperarte porque no puedes alcanzar el sueño de ser como él o ella y no te detienes a pensar que tú no eres él o ella, tú eres tú. Recuerda que el ídolo es sólo una idealización.

Cada persona es diferente y si no te gusta cómo eres, cámbialo. Y para cambiar hay que ponerse en marcha, estar en movimiento y superar los “mañana empiezo…”, “tengo que ponerme…”

HOY es el momento de marcarse metas.

Pero no metas a largo plazo y que están muy lejos de nuestras posibilidades. Así solo conseguirás que llegue la frustración y la desesperación. Al final acabas tirando la toalla.

Las metas han de ser alcanzables a corto plazo para que haya resultados. 

Imaginad que quiero correr una ultra maratón de 80 km que es dentro de dos meses y me pongo a entrenar de primeras 2 horas al día. Acabaría la semana agotadísimo y sin ganas de salir a correr de nuevo. Si soy más previsor me marcaré una meta que no esté tan lejos de mis posibilidades, por ejemplo, realizar carreras de menos recorrido, más acordes a mi condición física y salir a correr 3 veces a la semana, 45 minutos al día. Después iría aumentando hasta ser capaz de entrenar dos horas diarias sin apenas esfuerzo. Sólo así me encontraré satisfecho conmigo mismo. 

En cuanto al cuidado personal pasa lo mismo, no vale decir QUIERO SER COMO ELLA O COMO ÉL, hay que moverse y si ese es tu sueño invierte en él todo cuanto esté al alcance de tu mano para lograrlo y si no, mejor no digas nada.



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